El ogro asustado, de Pancho Aquino
El sábado a la medianoche era el día y la noche elegidos por todos los chicos del pueblo para ir a la casa del temido ogro y llenarla de sapos, ya que todos saben que los ogros les tienen mucho miedo a esos batracios. A medida que se iban enterando, los chicos salían a buscar sapos; por primera vez verían asustado al malvado ogro. Llegó el día previsto y, a las doce de la noche, una caravana de niños marchó por el bosque hacia la cabaña del ogro. Cada uno llevaba una vela encendida y una bolsa con todos los sapos que había podido juntar. Caminaban en silencio, bajo la luna llena, aguantando sus risitas nerviosas. Mariano se había atrasado porque no pudo atrapar ningún sapo, así que se quedó en la plaza, esperando el regreso de sus amigos. Se sentó en un banco, cerca de un viejo farol, que apenas iluminaba y fue enorme su sorpresa cuando se dio cuenta de que a su lado estaba sentado nada menos que el maléfico ogro. Quiso hablar y no pudo; sus piernitas comenzaron a temblar y abund